A UN MEFISTÓFELES EN TIERRA SANTA

(Al poeta Amado Nervo)

(Poemario: Camposanto del ayer y el hoy)

El anticristo, que azuza a los pecados,

Se asoma en cumbres de sal y quebranto;

venero sangrío, niegas el encanto,

de las arias que ahogan al mar callado.


¿He de llorar la sangre de los pecados

que a manos van del mártir y del santo?

¿O he de vivir con ojos apagados,

si arde la fe bajo su propio manto?


¡Vil Mefistófeles, profanas la belleza

y enciendes la malicia en la epifanía

donde Dios puso el brote de su alteza!


¡Muere, cristo oblicuo, en su agonía,

bajo cielos rotos de pura tristeza,

el mar se calla, testigo de su herejía!


Vivencias

(Poemario: Camposanto del ayer y el hoy)

En tus campos he vivido la ataraxia,
dulce, fulgente, como la calma que siempre esperé.
Bajo tus álamos, subyace el petricor,
perfume de tierras mojadas,
olor balsámico que mi humanidad contempla.

Oh, tierras hermosas, al frente,
vuestro camino se estrecha,
y en su angostura nace la esperanza del viaje,
solitario,
bañado por la tarde que derrama su refulgencia
sobre el apacible sendero.

Como un anacoreta, me entrego a la perfección,
digna de la mirada quieta.
Oh, enhiesta tierra Segobriana,
me deslizo por tus campos llenos de vida,
color,
y orillas íngrimas.

Esperanzado, busco la solución
ante las desdichas que se alzan,
pedantes y densas,
como torres del tiempo y su desolación, freno mi caminar por el fogoso amor, que gracias a tus tierras, he vuelto a palpar.
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